13/10/09

LINDA CRISTINA LOPEZ ORTEGA


Nació en San Felipe, Estado Yaracuy, el 16 de Junio de 1958. De profesión Abogado y Licenciada en Contaduría Pública, desde muy temprana edad su gran pasión es la poesía: declamaba en los eventos culturales de escuelas, liceos y otras instituciones, perteneció al periódico del Liceo Arístides Rojas en los años 70 denominado La Voz Liceísta. En el año 1995, junto a un grupo de mujeres yaracuyanas conformaron un grupo dedicado a la lectura, promoción y difusión de la poesía: Voces Inéditas: Ha participado en diferentes encuentros poéticos a lo largo y ancho del estado Yaracuy. En la Antología Poética “Río de Voces” del poeta David Figueroa Figueroa, publicado en el año 1995 por el Ateneo de San Felipe, figuran algunos de sus textos, al igual que en el diario capitalino Yaracuy al Día y revistas publicadas por el Ateneo de San Felipe. Ha participado en los Festivales Mundiales de Poesía realizados en los últimos años. En el 2007 gana el Primer Premio de Poesía “Rafael Zarraga”, patrocinado por el Instituto Autónomo de Cultura del estado Yaracuy, con la obra titulada “Calendario del Deseo”. Tiene culminados dos libros inéditos, dos de poemas: De tanto ir a tu encuentro, Sin Tiempos y otro de cuentos: Ocurrió en la casa de maíz.

La poesía y la muerte

I

La poesía es una gota de lluvia columpiándose en una hoja de almendrón.

La muerte una gota de lluvia suspendida en el espacio por hilos invisibles.

La muerte nació una tarde de lluvia.

La poesía nació una mañana de lluvia.

La poesía es un ave con alas extendidas.

La muerte un ave de vuelo en picada.

La poesía y la muerte son aves de lluvia columpiándose en espacios invisibles.

La poesía y la muerte son hilos invisibles que nos columpian.

Yo nací una tarde de lluvia.

Un niño se columpia en una rama de almendrón una mañana de lluvia.

Entonces un niño es un poema andando en bicicleta

II

La muerte es un poema oscuro detenido en mi cuerpo.

La poesía es tu pez que come caramelos en el fondo del mar.

Y la muerte es una golondrina herida suspirando a mis pies.

La poesía es un atardecer en tus brazos.

La muerte amanecer sin el sabor a tu piel en mi piel.

La poesía es el canto de las aves en el patio de mi casa

La muerte es salir de mi casa como ave solitaria.

La poesía es continuar amándote sin tiempos ni lunas.

La muerte ir de paseo volando vestida de quietud.



El amor es algo así como mi casa

(A la gran casa: Dixon Rojas, Hermenegildo Martínez y Carlos Puerta)


El amor es algo así como mi casa…

como andar desnuda y descalza sobre la arena húmeda de la playa

y desdibujada partir junto a mis huellas atrapadas por las olas.

Es algo así como la tierra entre en mis uñas

que escarbaron buscando las raíces de esa primera mujer

que me obsequio este grito herido.

Es algo así como…

mi cuerpo encendido como lámpara de luciérnaga

y tu cuerpo temblador en mis aguas saladas.

El amor es algo así como mi casa …la casa - mujer

Es algo así como mi casa

los domingos en las tardes silenciosas de los mayos bebiéndose la lluvia

es algo así como ese ramo de auroras amasadas

una a una tras mis noches andariegas

-detenido en las pupilas de mis ojos-

como noche… rostro oscuro y secreto de lunas.

El amor es algo así ….como mi casa: la casa -espacio-tiempo

Es algo así como mirarte….atraparte….

tocarte con las mil formas de tocar… y

saborearte de las mismas mil formas…de saborear

hasta …crearte en una hoja de papel

que puede bien ir al cesto de la basura,

dormir en los estantes de mis libros…

quizás leerte a mis conocidos y amigos

o simplemente dejarte bañar en las aguas de los ríos o en los pozos de lluvia

-hasta que desaparezcas-.

El amor es algo así como mi casa … la casa – hombre

Es algo así como el fantasma de mi padre en la cocina

saboreando cenas aderezaradas con estrellas

a toda hora nocturna porque el estomago dice:

no tiene un reloj … no sabe de tiempos

como yo la muchacha oveja negra de la familia

la de la mala costumbre de andar

por la vida amando a cualquiera equivocadamente –diría mi madre-

así es… como la música compuesta perfectamente por las risas de mi familia

al compas del violín de la tía Carmen: el ave

El amor es algo así como mi casa…la casa - familia

El amor es algo así….

como esa única lagrima que paseo ayer lentamente por mi mejilla y

fue ahogarse en la taza de café procurando ese toque dulzón y amargo

a eso que solemos llamar amor

El amor es algo así como mi casa …la casa - amor es así …como mi casa…




No me ames otra….

la hecha a la medida del caminar lánguido de tu cuerpo

a la figura quieta en el álbum de fotos de familia

la inmovilizada en el espejo de tus recuerdos

o dibujada por tus manos con amores archivados en tu memoria

No me ames otra:

quebrada

desdibujada

sin corazón centellante

sin dolor de grito de animal herida.

No me ames otra…solo…

yo,

yo

yo,

a veces….

oda al silencio

mástil roto a la deriva

quietud de muerte

tormenta naciente en el fondo de mar

piel enardecida…

yo

yo

yo

dualidad zodiacal

despeinada

desaliñada

escondida – pintarrajada

vestida

atormentada

indisciplinada

maratonista de hogar..

amanecer en la casa desemejante al día de ayer

No me ames otra...

la que desconoce las danzas bajo la lluvia

entre aromas de naranjas y mandarinas… desnuda y nocturna

la que no se mece cantando en columpios de pasados y almendrones

el salmo 51 fiel en mi vasija de piel y corazón creyente

“…………………………………………………….

Tú ves que malo soy de nacimiento,

pecador desde el seno de mi madre

mas tu quieres rectitud de corazón

y me enseñas en secreto lo que es sabio.

Rocíame con agua y quedare limpio:

lávame y quedare más blanco que la nieve.

Haz que sienta otra vez jubilo y gozo

y que bailen los huesos que moliste….”

No me ames otra… que no sea

esta que aun guarda en su cuarto una muñeca negra de trapo

a la que teje vestidos con delgados hilos de tristezas

la que acaricia un libro desde la última pagina

…para saborear primero el final….

la que no te aguarda con un beso amoroso en la puerta

sino atragantada de palabras y reclamos salobres y amargos.

No me ames otra

la que pudo haber nacido el mismo día y hora

de una tarde lluviosa de junio de 1958

o pudo llamarse como yo

o tener mi rostro

o mis piernas

o mi voz...

Ámame hasta el final de los días y más lejos del mas allá

yo,

yo,

yo intacta


fugaz,

fugaz

fugaz encuentro

a medio beber el vino tinto

tallando dos copas

la sobremesa

deseo lloviendo a cantaros

en un lugar ella te espera

entre sabanas tejidas con olor de tu cuerpo

permanezco a trasluz

aquí

ahora

friego los platos sucios y tu imagen abandonada en la cocina

cepillo mis cabellos y el piso de la sala

aliso la cama desmadejada

la ropa interior retorna al armario

la nostalgia incólume

tras la puerta

la calle encendida de sol te saluda

buenas tardes

regresa el orden

el orden

el orden

la casa ordenada

cabalmente ordenada

lloro tu huella..

Este silencio anda por allí sosegado… envejecido...

Este silencio conserva aun una página en blanco

Este silencio florece bajo la estación de un abril incendiado

Este silencio posee silencio de rocas milenarias

Este silencio suena a estallido de volcán en erupción

Este silencio goza de garganta de siglos silenciada

… este silencio…tiene

Suspiro de amores antiguos en la copa de mi memoria

Abrazo de los muertos de tu familia danzando en mi cuarto

Beso de tus pasos extraviados en el camino a mi casa

Bocanada del último cigallo nocturno que aspiro…

Con el que despido la noche y la vida….





De tanto y tanto

De tanto y tanto soñarte

me volví luna de otras tierras.

De tanto ir a tu encuentro

habito espacios deshabitados

y mi cuerpo: desierto inhóspito.

De tanto esperarte

se me perdieron los ojos tras las gaviotas

y vuelo cielos intransitables.

De tanto olvido

me quedé sin rostro: no existo.

De tanta lejanía...amor….

horizonte solitario….azul lejano.

De tanto buscarte

me extravié en las bocas inmensas de las montañas

inundando con lágrimas los caminos a mí paso.

De tanto llamarte a gritos:

mudo eco… ruiseñor herido….último canto.

De tanta urgencia de ti y tu cuerpo desnudo

hoy: sosiego, lago manso.

De tantas horas vividas...

se me olvidó el olor a las no vividas

De tantas mañanas

hoy, veo por fin caer la tarde…

Y de tanto y tanto amarte

quizás, me ausente… me evoques de súbito

y cabalgues sobre los senderos de mi ausencia.

14/8/09

Manuel Barreto

BALADA A EIRA Y A MARY


Apenas apunta el amanecer

y ya estamos entre aguacates
girasoles y paredes de madera
que sostienen libros y revistas


apenas oigo el pajaro
y ya estoy de regreso
y dan las cinco
o las ocho que se yo
y llega la noche
y veo la luna
y la toco con mis dedos
y ya no me muerde como antes
ultimamente la luna
se comporta como un diosa

Juan Manuel Parada

NO ES CASUAL QUE SE LLAME EZEQUIEL

No es casual que se llame Ezequiel. Cuando venía hacia mí se veía tan pequeño y flaco en medio de la llanura que puse en duda lo que se decía de sus luchas y hazañas. Quise detallarle el rostro pero estaba a contraluz. La camisa se le agitaba en el cuerpo con la cadencia de una bandera. Detuvo el paso y echó una mirada que se incrustó más allá de la línea donde se funden cielo y planicie.

Más tarde, cuando me habló de la urgencia de organizar las Milicias Campesinas y la necesidad de ideologizar al pueblo pa que no nos jodan más, me cruzó con la misma mirada con la que interrogó a la llanura minutos antes. Allí reparé en su tamaño, era alto y huesudo, negro, y el ágil movimiento de sus manos derrotaba todo intento de su rostro por delatarle la edad. Habíamos quedado en vernos ahí, debajo del guásimo, detrás del rancho. Me habían comentado que un tal Ezequiel Pérez derrotó a un terrateniente y yo, que ando tras la pista de las luchas campesinas, lo contacté para conversar y corroborar lo que de él se decía.

Es verdad, ganamos, pero seguimos casi en la misma. Respondió mi pregunta y el silencio posterior se prolongó mientras una bandada de garzas rojas cruzó el cielo hasta perderse más allá del sembradío de maíz. Ezequiel se refiere al acorralamiento que sufrió el pueblo campesino desde épocas remotas. Hoy, víctimas de la ignorancia, el hambre y la sumisión, nuestros hermanos del campo no han podido superarse. Es que ya ni siquiera son buenos agricultores, acostumbrados a trabajarle al patrón, perdieron los conocimientos de las antiguas tecnologías desarrolladas por los ancestros para producir la tierra, ni hablar del comercio que sucede a la cosecha. Ahora, aunque llenos de voluntad, esperanzados y financiados, no logran, en su mayoría, librarse de la miseria, bien sea porque no se da el cultivo, porque no logran venderlo o porque lo venden barato; y tornan los terratenientes, con sus garras infalibles y sus mañas y artimañas y de a poco y con engaños les van quitando las tierras a cambio de cuatro lochas y un sueldito por jornada.

Mientras iba camino a las tierras recuperadas por Ezequiel y su gente a cumplir con nuestra cita, me deslumbré por un momento con las enormes fincas, el ganado y el Central, pero al detallar los escuetos ranchos desperdigados alrededor, algunos en medio de sucias charcas, comprendí que la explotación en el campo venezolano sigue vigente y muestra sus caries.

Ezequiel rememora los cuarenta días que acamparon a orilla de la carretera, luego de investigar a fondo la situación ilegal de las tierras que planeaban recuperar. Pertenecían a un Juez, quien además de ese centenar de hectáreas se había apropiado de muchas más.
Por cierto que una de las pocas pisatarias que se mantiene en la zona, me comentó meses antes que esas tierras eran, hace sesenta años, el caserío donde se crió; hasta tenía una capilla, una escuela y una plaza. A punta e candela los fueron sacando, y cuando acordaron, ya no tenían sus casas. Con nosotras no pudieron, mi mama y yo nos mantuvimos aquí porque aquí nos moriremos… pero todo eso que usté ve pallá, por los lados de aquel mango, era todo caserío. El juez, cuyo apellido italiano me reservo, intentó hacer lo mismo con los planes de Ezequiel, no con métodos tan rupestres como los usado hace años, sino valiéndose de su poder para contratar sicarios, hacer amenazas, mover influencias.

Ezequiel mastica una rama seca y luego de soltar un espeso escupitajo contra el suelo amarillento, se lamenta de cómo están corrompiendo a las juventudes del campo Cosa que no se veía, ahora: puro aguardiente, drogas y armas; es que no basta con una reforma, ni con plata ni con leyes, hay que devolver la moral a la gente, acompañarla, ideologizarla, porque en el campo uno está muy solo. No niego que me sorprende la insistencia de este hombre, haciendo énfasis en el tema ideológico. Luego descubro que milita en el PCV desde los doce años y que más allá de la posición partidista, tiene un profundo compromiso con su gente porque Mire, yo ahora estoy jodio, enfermo del corazón, sin plata… pero cuando estábamos en plena lucha me llegaron dos tipos a la casa que por como estaban vestidos supe que eran sicarios, paramilitares quizá. Me llevaron a una panadería donde estaba su jefe y después de amenazarme de muerte me plantearon que dejara eso así que ellos me daban veinte millones y quince hectáreas de caña. Es evidente que no aceptó.

Carmen, aquella negra de espalda erguida que nos trajo las cachapas con su sonrisa de caño, lleva casi siete años ocupando esta planicie. Me contó cómo, para esa época, se amarró la espesa cabellera negra, a penas teñida por pocas canas, y bajo un enorme sombrero levantó la casa que ahora habita. Con las mismas manos que molió el maíz preparó el barro de las paredes y con esas mismas manos, armada de piedras, palos y ganas, enfrentó al terrateniente y a sus matones.

El sol se cuela entre las ramas del árbol que nos cobija, la camisa se me adhiere al pecho, pero no sé si es el calor natural o es que tanta emoción encontrada me mantienen sofocado. Por una parte saber de gente tan bien plantada, luchando por su dignidad, y por otra la impotencia ante un sistema que aún siendo combatido con fuerza revolucionaria, sigue pisando a los nuestros.

Ezequiel me estrecha la mano y se despide con ligereza. A medida que avanzaba con la línea del horizonte, crece en mí la sensación de no haber comprendido la verdadera esencia de sus palabras y más aún, de sus silencios. La forma cómo me miró cuando ya estaba por irse, entre compasiva e interrogante, me dejó más confuso que antes de la conversa. Y es que quizá nosotros, los "citadinos", no estemos entendiendo bien lo que pasa en nuestros campos, o peor aún, no estemos sensibilizados con la lucha campesina.